“En Panamá hay más variedad de productos que incluso en Miami, donde los comercios son más chicos. Aquí encuentras negocios que son una belleza, los productos son buenos y el costo está al alcance del público”, expresó una clienta que hacía sus compras en un comercio dedicado a la venta de productos kosher, alimentos aptos para ser consumidos por la comunidad hebrea. Este tipo de alimentos tiene cada vez mayor presencia en las principales cadenas de supermercados del país. La semana pasada, por ejemplo, la Cervecería Nacional informó que las leches Nevada y La Chiricana, al igual que los jugos Tutti Frutti recibieron la certificación que los acredita como productos kosher.
Esto significa que cuentan con una certificación del rabinato, sea local o internacional. En el área de Paitilla es donde se ha establecido la mayoría de los negocios dedicados a la comercialización de estos productos, como es el Super Kosher, que tiene 50 años en Panamá; y DeliKMarket en Multicentro, que abrió sus puertas en mayo de 2008. Pero además, en la zona se congregan otros establecimientos que van desde panaderías hasta carnicerías y restaurantes.
El pueblo judío mantiene una rigurosidad en la ejecución de sus normas sagradas, las cuales no escapan del consumo de los alimentos “El judío quiere santificar sus impulsos primarios así como los actos cotidianos para que la vida misma llegue a ser sagrada. De este modo, algo tan común y ordinario, como es el acto de comer, se ennoblece a través de las leyes que establecen qué y cómo se debe alimentar el hombre”, recalcó el rabino Gustavo Kraselnik. Según las sagradas escrituras, el judío solo puede comer mamíferos que sean rumiantes y que tengan la pezuña hendida como la vaca, la oveja, la cabra y el venado. Por eso, el cerdo no aplica (tiene la pezuña hendida, pero no es rumiante).
En el caso de las aves, para que califiquen como kosher tienen que ser domésticas como es el caso de la gallina, el pato y el pavo. Éstos se sacrifican de acuerdo al rito judío llamado shejitá, que consiste en cortar, con un cuchillo que no tenga ninguna imperfección, la vena yugular con el fin de ocasionarle el menor dolor posible. Previo a su sacrificio, se verifica que estén completamente sanos y luego, se revisa que sus órganos internos también lo estén. Si se encuentra alguna imperfección, el animal entero queda vetado para su consumo.
Una vez sacrificado, tanto al mamífero como al ave se le pone 30 minutos en agua y una hora en sal con el fin de que salga toda la sangre, ya que este fluido es el alma del animal. Los judíos pueden comer pescado, siempre y cuando tenga aletas y escamas, como es el caso de la corvina, el robalo y el lenguado. Los mariscos quedan excluidos por que no cumplen con esas do s condiciones.
Para los consumidores que no pertenecen a la comunidad hebrea, el simple hecho de que un producto sea kosher implica que se cumple con un control de calidad estricto. Los alimentos que se ofrecen en los negocios kosher se pueden identificar en su empaque y pueden provenir de cualquier parte del mundo, pero sobre todo de Estados Unidos e Israel. “Nuestro productos deben ser aptos para la comunidad judía, cumplir con las normas legales de cada país y no se puede vender productos vencidos”, aclaró Edgardo Rozenknopf, gerente de DeliKMarket. Según la Autoridad Panameña de Seguridad de Alimentos (Aupsa), a estos productos —como cualquier otro alimento importado—, también se les mantiene un estricto control sanitario.
Esto significa que cuentan con una certificación del rabinato, sea local o internacional. En el área de Paitilla es donde se ha establecido la mayoría de los negocios dedicados a la comercialización de estos productos, como es el Super Kosher, que tiene 50 años en Panamá; y DeliKMarket en Multicentro, que abrió sus puertas en mayo de 2008. Pero además, en la zona se congregan otros establecimientos que van desde panaderías hasta carnicerías y restaurantes.
El pueblo judío mantiene una rigurosidad en la ejecución de sus normas sagradas, las cuales no escapan del consumo de los alimentos “El judío quiere santificar sus impulsos primarios así como los actos cotidianos para que la vida misma llegue a ser sagrada. De este modo, algo tan común y ordinario, como es el acto de comer, se ennoblece a través de las leyes que establecen qué y cómo se debe alimentar el hombre”, recalcó el rabino Gustavo Kraselnik. Según las sagradas escrituras, el judío solo puede comer mamíferos que sean rumiantes y que tengan la pezuña hendida como la vaca, la oveja, la cabra y el venado. Por eso, el cerdo no aplica (tiene la pezuña hendida, pero no es rumiante).
En el caso de las aves, para que califiquen como kosher tienen que ser domésticas como es el caso de la gallina, el pato y el pavo. Éstos se sacrifican de acuerdo al rito judío llamado shejitá, que consiste en cortar, con un cuchillo que no tenga ninguna imperfección, la vena yugular con el fin de ocasionarle el menor dolor posible. Previo a su sacrificio, se verifica que estén completamente sanos y luego, se revisa que sus órganos internos también lo estén. Si se encuentra alguna imperfección, el animal entero queda vetado para su consumo.
Una vez sacrificado, tanto al mamífero como al ave se le pone 30 minutos en agua y una hora en sal con el fin de que salga toda la sangre, ya que este fluido es el alma del animal. Los judíos pueden comer pescado, siempre y cuando tenga aletas y escamas, como es el caso de la corvina, el robalo y el lenguado. Los mariscos quedan excluidos por que no cumplen con esas do s condiciones.
Para los consumidores que no pertenecen a la comunidad hebrea, el simple hecho de que un producto sea kosher implica que se cumple con un control de calidad estricto. Los alimentos que se ofrecen en los negocios kosher se pueden identificar en su empaque y pueden provenir de cualquier parte del mundo, pero sobre todo de Estados Unidos e Israel. “Nuestro productos deben ser aptos para la comunidad judía, cumplir con las normas legales de cada país y no se puede vender productos vencidos”, aclaró Edgardo Rozenknopf, gerente de DeliKMarket. Según la Autoridad Panameña de Seguridad de Alimentos (Aupsa), a estos productos —como cualquier otro alimento importado—, también se les mantiene un estricto control sanitario.
Fuente: La Prensa, 21 de enero de 2009.